Al árbol debemos
Juan Carlos Contento García. Con estas palabras comienza una canción, tal vez una de las primeras que aprendemos en nuestros menudos años escolares y que se refiere directamente al amor, cuidado y veneración que debemos profesar a ese silente pero vigoroso y colorido cohabitante de nuestra madre tierra: el árbol. En épocas pasadas, haciendo memoria sobre el tiempo de los padres de quienes nos dieron la vida, y más allá, los árboles representaron una forma de vida imprescindible para la subsistencia del ser humano. El recurso madera estaba presente en muchos de sus quehaceres y era materia prima para solventar muchas de sus necesidades, desde construir una casa, hasta alimentar la hornilla de una estufa para preparar los alimentos, pasando por el uso de sus cortezas y hojas en la elaboración de infusiones que devolvían la vida, como en el caso del eucalipto. Se usaron los árboles como hitos vivientes, para demarcar territorios y linderos; para reemplazar postes y estantillo