DOS GUITARRAS DE CARORA Y DEL MUNDO: un cuadro hecho con letras

Tanto los asiduos lectores de literatura sofisticada, como los de vista y objetivos rápidos en la lectura, persiguen siempre un elemento clave para su gusto. Pueden ser los delirios que provocan los eruditos consumados, con su despliegue de poca modestia en su escritura, o el simple ejercicio de la mente, que proyecta pensamientos a diestra y siniestra, al tratar un escrito, impregnado de sencillez y cargado de sensibilidad.

Un texto de complazca a ambas partes, suele ser difícil de encontrar, pues cada estilo tiene su público. Juan Páez Ávila, periodista e historiador larense, ha unido sus dos especialidades, permitiendo a su genio creador el concebir una obra, bajo el nombre Dos Guitarras de Carora y del Mundo, en la que recoge, acomoda y narra, la vida y obra de dos insignes músicos, guitarristas caroreños: Alirio Díaz y Rodrigo Riera.

La obra se presenta en un volumen de 146 páginas, cuya portada exhibe retratos de un mural, creado por el maestro Jorge Arteaga, en los que aparecen rostros y guitarras de los protagonistas de la historia. Su edición fue realizada por la dirección de Cultura, de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado.

La historia que Juan Páez Ávila cuenta en su libro, es hecha mediante una narración, generosa en descripción, en un lenguaje accesible, que transmite el apego por su terruño torrense, enfocando en sus personajes protagonistas, todos los rasgos y costumbres de la época en que les tocó vivir, desde su niñez hasta su regreso, después de haberse formado en los mejores conservatorios de Europa y engalanado los más exquisitos teatros de varios continentes.

Dividida por capítulos titulados, que expresan la idea general de lo que se trata en ellos y buscan la sugestión inmediata a penetrar en sus líneas, para capturar, a manera de robo, la atención y la fidelidad de quien las lee.

Un peculiar estilo posee la narrativa de Páez Ávila, haciendo pensar por un momento, que se está leyendo a García Márquez, por su manera inteligente y fluida de articular los diálogos entre actores. Por otra parte, sus ingredientes paisajistas, cuando describe, poseen una etiqueta de similar aspecto a la de Jorge Isaac, lo que significa una verdadera garantía de naturaleza abundante, misma que presenta de forma agradable, mediante las letras, ya que la realidad geográfica es una contraposición.

Puede considerarse que, además de una obra literaria, Dos Guitarras de Carora y del Mundo, constituyen un documento histórico, pues cita personajes, lugares, fechas y hechos, de la vida de la Carora contemporánea y de Venezuela, así como la deplorable situación en la que se encontraba la cultura, en aquella época, tras las diferentes situaciones políticas, cuyas consecuencias, inevitablemente, planteaban una poda al intelecto del venezolano común.
Por otra parte, Páez Ávila trata con cuidado la madeja de personajes que en su obra aparecen, manteniendo en primer plano a sus protagonistas, Rodrigo Riera y Alirio Díaz, haciendo uso del recurso que le permite traer a escena a otros actores, como don Chío Zubillaga y Che Herrera, con papeles relevantes en el desarrollo de los acontecimientos, pues son puestos – y así es en realidad- como los mentores de aquellos niños campesinos y no ricos, que salieron un día, por consejo de sus bienintencionados impulsores intelectuales, a formarse para conquistar el mundo.

Aparecen en los relatos, importantes músicos de Venezuela, como Vicente Emilio Sojo, Antonio Lauro, Laudelino Mejías, entre otros y el famoso guitarrista español Andrés Segovia, aderezando los diálogos, lo que hace presumir una concienzuda investigación, por parte del autor, a la par que se muestra de manera evidente un claro mensaje, en el que se plantea la poca oportunidad económica que vivieron los protagonistas y que quizá estén viviendo muchos músicos, que a pesar de su virtuosismo y consagración no pueden decir que están viviendo con la dignidad y holgura, atribuibles a todo ser que dedica su vida, por entero, al pentagrama. Es un reclamo directo, que grita, repetida y uniformemente: “No se puede vivir solo de aplausos y felicitaciones”.

La estética del libro es buena, sobria e iluminada. Se aplaude su diseño gráfico, además del apoyo que la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado da y demuestra a los escritores larenses. La observación se dirige al equipo de corrección de la obra, que pasó por alto detalles elementales, como signos de puntuación, y otros más elaborados, como nombres en inglés. Se da por descontado que, el alma mater de los estudios superiores, en el estado Lara, es una de las mejores universidades en Venezuela y Latinoamérica, por lo cual, debe cuidar a máximo grado, la elaboración y disposición de cada libro que salga bajo su firma.

Si la UCLA va a hacer una nueva edición de Dos Guitarras De Carora y del Mundo, esperamos que en esa oportunidad no exista diferencia, entre su producción y la de una editorial privada ¡Bravo! por la pluma de Páez Ávila, que se anota otro éxito. Ojalá su próxima creación sea de la misma talla.

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