La ciber-decadencia

Juan Carlos Contento García
Esto que a continuación expongo no es otra cosa más que la verdad pura, simple y preocupante. Comienzo por recordar que, en vista de mi necesidad por el uso del internet, no me quedó más remedio que dirigirme a un centro de navegación, con el fin de alquilar una computadora para poder cumplir con mis necesidades académicas y laborales. Una vez en el sitio, que no dista mucho de mi oficina, fui acomodado en medio de no menos de una docena de jovencitos y damitas que allí se encontraban. Era impresionante...parecían fundirse con la computadora, embelesados frente al monitor, para tratar de ganar un juego, de esos que están de moda.

Llamó poderosamente mi atención, al tiempo que destempló mis oídos, aquella sarta de malas palabras, pronunciadas algunas veces casi a coro y, otras, como en un contrapunteo, amén de los gritos que afloraban cada vez que alguno ganaba o perdía una jugada. El mayor de ellos, según su apariencia, no tenía más de trece años; los demás eran aún menores que él.

Creí que eso era todo, pero hay más. Las niñas – contemporáneas con sus amiguitos - que allí se encontraban, no se quedaban atrás. Creo que gritaban más fuerte que los chicos, y groserías tan o más grandes que las proferidas por ellos. ¡Dios mío! - pensé yo - ¿Qué hora es?...Son las diez de la mañana y esta es hora de clase. Noté que varios de ellos llevaban puesta una franela, encima de la camisa colegial. ¿No se supone que sus padres a esa misma hora están trabajando muy duro para poder pagarles el colegio, entre otras cosas? ¿Qué pasa con los dueños de esos establecimientos que se hacen los desentendidos ante las palabrotas de estos chiquillos, y a sabiendas de que se han escapado del colegio les alquilan una computadora?

Tal parece que lo único que importa es hacer dinero, sin que se tome en cuenta el mal que se está haciendo a estos jóvenes, de los cuales nos ufanamos, al llamarlos el futuro de la patria. Caben entonces otras preguntas...¿Qué patria estamos construyendo así? ¿Tenemos conciencia de la clase de sucesores que estamos creando?

Creo que el progreso es bueno, que la tecnología es buena, que la globalización –entendida como unión – es buena, pero hay cosas que jamás deben pasar de moda, tal como el amor al estudio, el respeto a los padres, la obediencia a los maestros y la admiración por nuestra nación. Venezuela es el mejor país del mundo y nuestra gente es la mejor; así debe ser siempre: con identidad, orgullo y optimismo...¡Enseñémoslo a nuestros muchachos!

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