Comunicación desde la óptica cristiana

Juan Carlos Contento García.


Los medios de comunicación son un invento del ingenio humano, bajo la inspiración de Dios. Así lo creemos todos los que nos consideramos hijos del Señor, dentro de su Iglesia, Católica, estando seguro que así lo respaldan miembros de otras iglesias cristianas.

El hombre ha sido dotado de talentos especiales, desde el momento de la creación y así ha sido el mandato divino: “ Someted la naturaleza y dominadla” (Génesis 1:28) . El talento del hombre no existe sin Dios, ya que él es Alfa y Omega, principio y fin de todo cuanto existe.

Ya que los medios de comunicación son invención del hombre, bajo inspiración divina, entonces deben ser instrumentos de propagación del mensaje cristiano, pues si Dios ha puesto esta herramienta en las manos del hombre, éste no puede olvidar en ningún momento que deben ser utilizados de manera constructiva y correcta, a fin de cultivar el crecimiento espiritual y el mensaje de salvación, el cual nos conduce al Reino de Dios.

Es muy importante que tanto los comunicadores como los dueños de los medios de comunicación conozcan y practiquen la moralidad y la ética, en el campo de las comunicaciones, tomando en cuenta lo que se dice, a quien se dice y cómo se dice; con el propósito de afianzar los valores sociales, cónsonos con los preceptos cristianos que sostienen a una sociedad y permiten su desarrollo equilibrado, pues Dios quiere la unidad fraterna entre los hombres.

En el mundo moderno en que vivimos, estar informado se hace necesario, y de esa misma necesidad, de ese consumo masivo de la información, surge la opinión pública; mediante ésta se van estableciendo los patrones de acciones que determinan en el día a día el destino de la sociedad de masas. Mediante la información se puede reforzar o deteriorar su cultura, de lo cual, lamentablemente, ya tenemos muchos ejemplos. Por tal motivo, el progreso no debe ser el justificativo de la pérdida de valores ciudadanos y cristianos, pero esto debe empezar en el interior de los medios y los comunicadores.

Desde una óptica cristiana, la comunicación social debe estar impregnada de justicia, caridad, moral y dignidad; siempre en un tono constructivo. De igual forma debe exaltar la verdad y el bien, destacando la virtud.

Los medios de comunicación tienen en sus manos una labor que se podría calificar de muy delicada por el poder que encierran. La eficiencia de los mensajes que se difunden de manera masiva se pueden medir, tomando el ejemplo de la actividad publicitaria. Un buen comercial (desde el punto de vista de estrategia y mercado) logra efectos inmediatos, disparando las ventas de un producto o artículo en particular. Todos hemos visto el poder de los medios de comunicación a la hora de crear una opinión sobre un candidato presidencial y gracias a la acción de estos medios, hoy, presidentes de diferentes naciones en el mundo están seguros de los buenos oficios que han obtenido de los especialistas en el modelaje de opiniones y de la efectividad de los canales de divulgación.

En vista del poder que reviste a los medios de comunicación se hace necesario acentuar que, ningún interés económico debe ser el móvil más fuerte, en la operación de los medios; que la línea de un medio debe ser la de la conciencia recta, ya que fue esta, precisamente, ejemplo y mandato del mismo Jesús.

El comunicador social no debe perder la oportunidad que le da su oficio para hacer apostolado, después de todo, sus colegas también forman parte de la audiencia y los buenos ejemplos también se siguen. El periodista debe dar testimonio de Cristo, mediante su trabajo y como ser humano e hijo de Dios, en todas las otras facetas de su vida.

Todos los periodistas cristianos, católicos o no, deseamos medios de comunicación que ayuden a conducir a la humanidad de manera correcta o menos errada; que colaboren en la defensa de la verdad y promuevan la formación de valores y el fortalecimiento de la cultura en nuestra sociedad.


Dios ama la libertad, por eso ha hecho al hombre libre. Dios ama la verdad, por eso nos ha concedido el libre albedrío.


“La verdad os hará libres”
Jesús de Nazaret.

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